El Vagabundo de la Estación
Por
Eduardo Thompson
En un populoso pueblo del interior de la Provincia de
Buenos Aires, justo ahi donde se juntan
tantas lagunas - que no se entiende para que hay espacios de tierra entre ellas -
era habitual en los bares de la zona comentar entre sus
parroquianos viejas historias de misterio y suspenso. Costumbre pasada de boca en boca, cuando se
juntaban a la tardecita a charlar, tomar unas espirituosas, jugar algunas
cartitas, escribir., dibujar ... y en fin,
todo lo que se podía hacer gracias a que todavía no había tele, esa gran
¨espanta reuniones¨ de hoy día.
Pero había una de esas historias que ocupaba todas las bocas y movilizaba
todas las lenguas flojas,
permanentemente...
La de esa alma errante, la de Juan el agricultor, que aparecía por
la vieja estación sin horarios fijos,
aunque con preferencia de un
lugar especial para él
, donde había tenido “SU” problema...
Según se sabe,
los días de grandes tormentas aparecía en la punta del andén “para afuera “ y en especial durante tormentas de mucha
actividad eléctrica, con ensordecedores
truenos y... esos fatídicos rayos...
Era evidente que
aun en la oscuridad propia de una tormenta, esa alma buscaba la luz.
Fue en ese día especial - recordatorio de su partida
hacia algún otro universo o estado del
alma - en que pasó algo
extraordinario, y memorable.
Versiones inquisidoras de otros paisanos, hasta ahora
no desmentidas, hablan aunque de una
manera confusa de lo mismo: ¿que estaba
haciendo Juan en ese molino ?...si ya no podia ver venir los trenes allá a lo
lejos....si ya casi ni pasaban...
Sabedor de muchas cosas y meterete como todo
curioso, se había trepado a la torre del
mecánico engendro, porque éste se había trabado con fuertes vientos y por culpa de ello ya no acompañaban sus musicales chirridos los
silencios de las tardes.
Juan distraído y absorto por lo que estaba haciendo no
se percató del tormentón que lo estaba envolviendo.. y seguía..
De pronto la fuerte lluvia, los truenos,
el vientazo, y Juan seguía..
De pronto los relámpagos.....y BRAAMM, ese terrible
rayo, justo allí. Nunca
encontraron su cuerpo. Tampoco las aspas del molino...
Pasaron muchos años .Ya ni el tren lechero circulaba
.El antiguo poblado fue transformándose en una ciudad con pretensiones
creciendo sin detenerse y como era lógico ,
hacia zonas mas cercanas a la ruta,
por donde ahora pasaban tantos micros insulsos, sin la magia que siempre
envuelve la llegada de toda formación de
vagones con todos sus sonidos, y sus luces .
Y que cosa! En el antiguo campo de Juan, cercano al
tendido ferroviario y abandonado desde
lo ocurrido y por esas cosas del destino construyeron el
primer Shopping, desde el cual se accedìa a la vieja estación, hoy reciclada y transformada en museo, aunque con todas las instalaciones y vías
intactas.
Ni bien inaugurado ese lugar ,
el alma de Juan comenzó una incesante búsqueda
y peregrinaje, hacia la luz.
Todos los testigos coinciden en que siempre aparecía
con las tormentas... Se repetía la
historia en el mismo lugar, cerca del
metálico tanque de agua y molino, como tratando de recuperar su pasado...
Siempre de mameluco. Con la mirada perdida en el
horizonte. Inmóvil, empapado por la lluvia,
sin emitir sonido ni palabra,
envuelto en esa tenue pero perceptible luminiscencia que atemorizaba por su sola presencia a su
eventuales observadoras, las viejitas típicas vestidas de negro que visitan los sombreados andenes como
aguardando a sus viajeros eternos ....
Sus apariciones se acrecentaron. Se hizo conocido. Ya tenia
título. Ya era...
“ el fantasma vabagundo de la estación” .
También había
desaparecido el temor de todos pues era inofensivo . El sólo
estaba paradito allí. Imperturbable.
No obstante,
algunos ya comenzaban a visitar el lugar durante las tormentas para
tratar de verlo, pero llenos de
curiosidad casi morbosa, y hasta a
veces vociferándole insensateces.
Esto si hizo que Juan se molestara. Alli comenzaron los roncos quejidos que mostraban un profundo dolor. Ese dolor
de quien tiene su alma atrapada entre los dos mundos. El de los vivos y
el de los que ya conocen el misterio de la vida eterna.
Esas mismas viejitas fueron las que comenzaron a
desviar sus plegarias para calmar
los quejidos crecientes de Juan , que ya se
mantenía casi estático junto al incompleto molino y tanque de chapa de la punta
del anden, que usaban las ¨vaporeras ¨....
Hasta que llegó el día del milagro. El mismo escenario, una
terrible tormenta.., la incesante lluvia, los rayos.. ese frío que calaba los huesos , Pero
esta vez fue distinto. Ya habia tenido mucho dolor...
Las viejitas con su tremenda fe y sus plegarias lo
lograron.
De pronto junto al
pozo apareció entero y brilloso,
el molino, como brotado desde el fondo de la tierra funcionando como
nunca y casi simultáneamente el último
gran rayo... y sí, desplomándose también sobre Juan,
como aquella tarde...
La blanquísima
luz producida por la energía del rayo lo empujó durante un instante por
sobre las cabezas de las viejecitas.
Cesaron los quejidos. Y, de pronto
la tormenta desapareció, el
viento cesó y también se esfumó el
desarticulado molino, y todo tan fácil
como había venido.
Solo entonces Juan con una profunda y eterna sonrisa
de agradecimiento a esas viejitas, se
elevó para siempre.
Se había abierto el camino de SU
luz..
El vagabundo se había convertido en otro viajero, y él
gracias a la fuerza de la fe develaría el misterio de la vida eterna.
Desde entonces no se lo ha visto.
Ese gran caserío con aspiraciones de ciudad, había
perdido una atracción pueblerina pero habían ganado una gran experiencia.
A casi todos se les habían aclarado varias cosas:
Con la fuerza de la perseverancia, la fe, la
oración; en algún momento se produce
ese mágico momento. El de encontrar cada
uno de nosotros la luz, que nos aclara
el camino..
Igual que a Juan
, el agricultor.
Y que paradoja! Algunos trenes de carga volverían a
circular.... los que mucho tiempo antes,
Juan iba a ver desde el molino... que ya
no estaba... y que seguro fue con él....
abriendo otra hermosa
época... casi seguro.